El caso Cifuentes, además de conductas impresentables y un concepto rastrero del poder, pone de manifiesto las consecuencias de la mercantilización de la Universidad, producto del dogma neoliberal.

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El caso Cifuentes, ha provocado, en la clase política española, el inicio de un auténtico campeonato mundial de adelgazamientos de currículum.

Por cierto, en esto de perder grasa curricular es particularmente estupendo el caso de un Secretario de Estado que pasó de ser médico, cirujano, y propietario de varios títulos que le acreditaban como experto en gestión sanitaria, a ser, con el paso del tiempo, únicamente soltero. No me digan que no es fantástico.

Lo que esconde el caso Cifuentes

Pero, además de ese efecto detergente de las andanzas de Doña Cristina, el caso ha servido – o está sirviendo – para poner de manifiesto aspectos mucho más importantes.

De uno de ellos ya comentamos aquí a propósito del acertado análisis que hizo Ángel Gabilondo (ya saben ese peligroso izquierdista radical) cuando señaló que las trapacerías de Cifuentes eran el síntoma de una concepción del poder absolutamente patrimonialista. Una concepción propia de gentes que consideran que el derecho natural exige que sean ellos los que mandan y que, a partir de ahí, se encuentran legitimados para cualquier tipo de abuso o de apropiación de bienes públicos.

Pero hay, además, otro aspecto que se pone de relieve en toda esta historia de departamentos universitarios convertidos en cortijos donde se pone mesa a unos pocos amiguetes.

Es la historia de la mercantilización de la universidad que nace en este país cuando se impone el imperio del pensamiento único neoliberal.

Una historia que, por cierto, nos resulta extraña y poco menos que incomprensible a quienes transitamos por las aulas universitarias allá por los años setenta del siglo pasado.

La teoría del goteo

Supongo que conocen ustedes la teoría económica del goteo según la cual es bueno que quienes ya tienen mucho tengan más porque, así, parte del exceso acaba cayendo hacia abajo y beneficiando a los que tienen menos. Les aseguro que esto forma parte del credo neoliberal y ha sido estudiado por una buena parte de la doctrina económica incluyendo a premios Nobel como Stiglitz.

La teoría del goteo

Se trata de una teoría que parte del necesario mantenimiento de las desigualdades y que ha servido de coartada para gigantescas operaciones de apropiación de rentas que antes eran públicas y que han quedado en el bolsillo de los poderosos. Rentas procedentes de servicios públicos básicos como la sanidad, las pensiones o, en este caso, la educación.

El caso de la Universidad

Y en esto de la Universidad, si lo pensamos, es bastante sencillo. Miren. Si convertimos las universidades en unas entidades que expiden títulos a precios elevados, está claro que mantenemos e incluso aumentamos la desigualdad. Seguramente habrá mucha gente, y más en período de crisis, que no pueda pagarlo pero, por otro lado y gracias a eso, los poderosos tendrán un acceso más fácil a esos títulos (véase Cifuentes, Casado y otros hermanos mártires) y dejarán unos ingresos que se pueden trasladar al sistema educativo que los usará para atender al resto.

Bueno, no está mal. Lástima que sea mentira y que, al final, como el caso Cifuentes ha revelado, el resultado del goteo sea que, por un lado, quienes iban a aportar los recursos ni siquiera los ponen (consúltense las becas percibidas por Casado) y, por otro, una buena parte de los presuntos ingresos adicionales no va precisamente a favorecer al sistema público sino a beneficiar los intereses personales de algunos integrantes de determinados departamentos que son los que garantizan que la rueda de la desigualdad siga funcionando en beneficio de los de siempre.

Vamos, que esto más que un goteo es una auténtica mamandurria en el más puro estilo de la condesa.

¡Hay que ver la que ha liado Cifuentes!

Juan Santiago