Las primarias ni desunen ni suponen deslealtad. La cuestión se reduce a saber hacer política

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Lo cierto es que soy decidido partidario del sistema de primarias.

Siempre he creído que del debate honesto, de la confrontación y del intercambio de pareceres salen las organizaciones más fuertes que de la sumisión, del monolitismo y del dedazo.

Digo esto porque en estos días se están haciendo notar en las distintas agrupaciones del Partido Socialista del Occidente de Asturias movimientos tendentes a configurar las próximas listas municipales con la perspectiva de más de un candidato en un buen número de ellas.

Movimientos que, por otra parte, están creando numerosos comentarios y, tal vez, una cierta inquietud entre la propia militancia.

Bien. Lo primero que hay que decir es que estos movimientos hacia el sistema de primarias nunca se deben entender, a mi juicio, como un síntoma de desunión o de crisis que ponga en peligro el resultado electoral.

Antes bien, lo que indican es un pálpito vital y, tal vez, un renacimiento del interés por la cosa política que no hace tanto parecía dormido.

Un sistema mejor pero mejorable

Hay que decir también que el sistema que se ha dado el partido socialista de cara a la confección de las candidaturas es, sin duda, mucho mejor que aquél que garantizaba a quien fuera alcalde la posibilidad de repetir con sólo manifestar su decisión y sin que ningún otro militante pudiera postularse.

Es éste un sistema que pone en manos de la militancia la decisión de renovar o no sus candidaturas y eso es, desde mi punto de vista, un paso importante en la profundización de la democracia interna.

Dicho esto, también hay que decir que no estamos ante un sistema perfecto. Y, tal vez, no lo es porque quien hizo la norma no se atrevió a dar el paso definitivo que permitiera el acceso al sistema de primarias puro a todas las agrupaciones, independientemente del número de habitantes de sus municipios.

Así, el hecho de exigir, para los pequeños pueblos, la confrontación de listas completas en lugar de candidatos individuales dispuestos a encabezar la candidatura, supone un problema importante y una dura cortapisa al derecho de todo militante a postularse como candidato.

Imaginemos una pequeña agrupación, como es el caso de más de uno de estos municipios, con dos candidatos al número uno de la lista. Hablamos de agrupaciones con entre treinta y cincuenta militantes en las que la confección de dos listas supone la inclusión de más de veinte personas.

¿Qué quiere eso decir? Pues significa, ni más ni menos, que partir la agrupación en dos y hacer prácticamente imposible esa confección de listas por muchos independientes o simpatizantes que se quieran aportar.

Las dos únicas soluciones

Pues bien, a mi juicio, sólo hay dos soluciones al problema.

Por un lado, la primera solución estaría en la realización de procesos internos previos para que, de un modo real o extraoficial, se produzca un debate de candidatos que permita a los militantes expresar su preferencia sobre quién ha de ser el número 1. Luego, con esto decidido, llegaría el momento de unir fuerzas y confeccionar entre todos el resto de la candidatura.

El otro modo, lógicamente, está en el diálogo y la búsqueda de candidaturas de integración por consenso.

Pero, si nos fijamos, al final, las dos soluciones son las dos caras de una misma moneda. Una moneda que se conoce con un nombre: hacer política. Algo que es básico en todo esto pero que, desgraciadamente, no está al alcance de todo el mundo. No está al alcance, sobre todo, de aquellos que, o bien huyen del compromiso adquirido o se creen en posesión del mazo de cartas completo aunque no sepan barajar.

A mí me parece muy sano todo este movimiento y creo que es bien visto por la gente si se hace de modo honesto. Si se hace buscando, más que el candidato presuntamente mediático, candidaturas equilibradas, eficaces, eficientes y honradas.

Porque además, estoy convencido de que las agrupaciones socialistas, si se olvidan de cantos de sirena, de candidatos por cojones, de listas cerradas, extrañas e impuestas y de presuntos independientes movedizos, tienen en este momento y, tal vez, precisamente por esto, la llave para conseguir el respeto y el respaldo de la ciudadanía.

Al final, es de lo que se trata.

Juan Santiago