Los inmortales.

Un duelo en el que, finalmente, uno acabará decapitado y otro ungido por el poder absoluto.

los inmortales: solo puede quedar uno

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Existe una raza de guerreros inmortales condenados a batirse durante toda la eternidad hasta que alguno de los dos perezca, ya que únicamente pueden morir decapitados por una espada y a manos de un igual.

No. No es que me haya vuelto loco. De hecho estas palabras no son mías, sino parte de esta sinopsis de una famosísima película que tiene ya más de treinta años.

Primarias inmortales

Sucede que estaba estos días dándole vueltas a la cabeza porque estaba seguro de que esto de las presuntas primarias del PP me recordaba a algo y no acababa de saber a qué.

El ejemplo del Centro de Iniciativas Empresariales de Vegadeo

Por fin, leyendo algunos titulares de prensa, la luz se hizo y recordé el cartel de aquella película y, sobre todo, el eslogan que contenía: Sólo puede quedar uno.

Ya saben, Connor MacLeod, el inefable Christopher Lambert, tenía que enfrentarse una y otra vez a lo largo de la historia de la humanidad con su archienemigo El Kurgan hasta que, tras cruenta pelea y previa decapitación a espada, sólo quedara uno que recibiría el rayo del poder absoluto, en medio de chispazos y explosiones.

Ahora, traspongan la situación y piensen en Connor Casado MacLeod y Soraya Kurgan Santamaría e imagínenselos uno con katana japonesa y otra con recia espada medieval en un duelo infinito por las calles del Madrid del siglo XXI.

No dirán que la imagen no es potente.

Semejanzas y diferencias

Vale que no es fácil imaginarse a Pablo Casado, el alumno aventajado, luciendo una primorosa falda de cuadros azul y liderando al clan highlander de los MacLeod.

Bueno, si le quitamos la falda de cuadros y la mugrienta melena, lo vestimos de atildado estudiante del Harvard de Pozuelo y lo ponemos al frente del clan de los FAES igual la imagen se nos va acercando.

Y también es verdad que El Kurgan tenía un tallaje 5XL y que la ex vicepresidenta, aún con buenos tacones, queda lejos del fiero aspecto punky de aquel angelito que había matado a su padre por haber tenido la ocurrencia de aplastarle la cabeza con una piedra.

Es verdad, pero piensen ustedes en Valladolid, el Pisuerga y la abogacía del Estado y verán que eso concede poderes suficientes para levantar contra el odiado enemigo la espada más grande y más pesada.

Ramírez decapitado

Bien, pero ¿Y Ramírez? ¿Quién es en esta historia el sabio maestro que ha de adoctrinar a Casado MacLeod para el duelo final entre inmortales? ¿Quién el elegante espadero del rey Carlos I al que dio vida Sean Connery?

Bueno, en realidad, esta es una pregunta retórica porque la respuesta sale sola. Quién va a ser más que Dolores En Diferido de Cospedal  la que asuma la ingrata tarea de aleccionar al joven inexperto para convencerle de su condición de inmortal, prestarle su katana e instruirle en los procelosos poderes de la abogacía del estado que ella reúne al igual que su enemiga.

Será ella quien preste sus armas al aspirante de cara al duelo final aún a sabiendas de que, como le pasó a Ramírez, acabe decapitada a manos de la brutal Kurgan Santamaría.

Se trata, en definitiva, de prestar el último servicio para el triunfo del Bien Absoluto.

Las fuerzas telúricas

Así, el círculo parece cerrado, pero, en realidad, nos falta un detalle.

Se sabe que los últimos duelistas representan a las dos fuerzas telúricas que equilibran el mundo. Sobre ellos, dos poderosas sombras se ciernen y les prestan su profundo aliento.

La reinvención, la reconstitución y el nuevo – o viejo  -amanecer, por un lado, y la continuidad, el sosiego y la mirada breve y apacible, por otro.

FAES y Santa Pola.

El bigote y la barba.

Castilla y Galicia.

Arenas y Esperanza.

La suerte está echada y el duelo está servido.

Pero no lo olviden: Por muy inmortales que sean, sólo puede quedar uno.

Juan Santiago