¿Debería Pedro Sánchez revisar el último capítulo de Borgen y hacer después un análisis sobre la correlación de fuerzas salida de las elecciones del 20D?

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borgen sanchez

Si hay algo básico en la acción política, eso es, creo yo, la capacidad para visualizar claramente cuál es la correlación de fuerzas que existe en cada momento. Viene a ser algo así como el sentido de la medida en la vida diaria.

Por eso, cualquier política que se articule inventándose una correlación inexistente o dejando a un lado la que realmente hay, suele conducir invariablemente al fracaso, cuando no a la melancolía.

La composición del Parlamento salida del 20 de diciembre refleja una determinada correlación de fuerzas que quien pretenda obtener la confianza de la cámara para gobernar, deberá tener presente. Otra cosa es que lo que se pretenda sea utilizar el mecanismo de la investidura para una operación de propaganda.

Desde mi punto de vista, la cuestión es que, por un lado, sólo existen dos direcciones: una, hacia una derecha jacobina, absolutamente centralista y basada en postulados neoliberales y otra, hacia una izquierda federalista, plurinacional y basada en postulados socialistas o socialdemócratas clásicos. Y en medio de todo esto se encuentra la peculiaridad de algunas fuerzas nacionalistas de derecha o centro derecha y un partido socialista que es, en realidad, la llave para decantar el paso en una u otra dirección.

En realidad, es así de simple y, a la vez, así de complejo, pero la complejidad no viene de la composición fragmentada del Parlamento, sino de la necesidad que tiene de ubicarse el propio Partido Socialista, que es formalmente federal, pero con importantes jacobinos entre su dirección y formalmente socialdemócrata, pero con fuertes tensiones neoliberales en esa misma dirección e, incluso, en el propio equipo negociador designado por Sánchez.

Aconsejaría a la Comisión Ejecutiva del PSOE que revisara el último episodio de Borgen

Por eso, yo aconsejaría a la Comisión Ejecutiva del PSOE que revisara el último episodio de la tercera temporada de Borgen, esa estupenda serie danesa que retrata los entresijos políticos de Dinamarca a través de la peripecia vital de Birgitte Nyborg,

Dos cosas a destacar en ese final de Borgen: la primera es el hecho de que la misma noche electoral, nada más saberse el resultado final de las elecciones, todos los líderes de los ocho partidos que conforman el Parlamento acuden a Christiansborg, la sede central donde confluye toda la vida institucional, y empiezan una serie de contactos y reuniones cruzadas para tratar de conformar gobierno de tal modo que a la mañana siguiente de las elecciones ya se conoce el esquema básico de ese gobierno.

Lo segundo a destacar, y que quizás sea lo más relevante desde el punto de vista de la correlación de fuerzas, es el desenlace de esas negociaciones que, en la misma noche, llevan a Birgitte Nyborg, líder del pequeño partido de centro de los Nuevos Demócratas, desde la posibilidad de encabezar el gobierno gracias a un ofrecimiento de los laboristas que plantean una solución transversal, como se dice ahora, hasta su decisión de incorporarse a un gobierno de la derecha, ofreciéndoselo ella misma al líder de los liberales.

Lógicamente, estamos ante una ficción televisiva pero, seguramente, pocos análisis más certeros se pueden hacer de cómo es necesario captar y visualizar cuáles son las fuerzas en presencia a la hora de enfocar la dirección a la que ir.

De todas formas, también habrá que resaltar que si Birgitte Nyborg acabó en el bloque de derechas fue porque, previamente, el Partido de la Solidaridad, una fuerza de izquierda con un gran crecimiento, trató de imponer una posición innegociable.

¿Les suena?

Juan Santiago