El PSOE – mejor sería decir la dirección del PSOE – ha convocado Congreso extraordinario para el tercer fin de semana de julio y, según ha manifestado el actual Secretario General, se ha tratado de una decisión personal que, a su vez, ha sido ratificada por los miembros de la Comisión Ejecutiva Federal.

Hasta aquí la noticia y un hecho que se incardina en una especie de ritual partidario que suele acontecer cuando se produce un descalabro electoral. También hay que señalar, porque es de justicia, que esto acostumbra a suceder en unos partidos más que en otros que, por supuesto, siempre ganan y se parten el culo de risa, tipo Floriano, aunque les hayan pegado hasta en el cielo de la boca.

El hecho de que Rubalcaba haya asumido como propia la decisión tiene, desde luego, importancia para el análisis de lo que se avecina porque refleja, a mi juicio, una cierta obsesión que parece anidar en el ADN político de buena parte de los dirigentes socialistas de la vieja guardia.

Una obsesión que se suele traducir en escalofríos y tiritonas que se manifiestan cuando se trata de apartar designaciones y nombramientos de los cauces trillados, conocidos y tradicionales. Es decir, de las guerras entre aparatos, aparatitos y aparatajes tan queridos por fontaneros y otros estrategas orgánicos.

No es inocente la decisión de convocar el Congreso y no adelantar las primarias

Ciertamente, y dado que la decisión podía haber sido perfectamente la de adelantar el proceso de primarias y convocar para después el Congreso o, podía también haber incluido la dimisión de toda la Ejecutiva Federal y el nombramiento de una gestora que estableciera un calendario consensuado, podemos afirmar sin ofender a nadie que no estamos, desde luego, ante una decisión inocente. También es verdad que decisión e inocente son términos que, aplicados a la lógica partidaria, casan mal en una misma frase.

Es evidente que, con esta decisión, el actual Secretario General y la actual Comisión Ejecutiva Federal se han reservado un papel de guardianes del proceso de renovación que, siendo seguramente legítimo, es, cuando menos, susceptible de despertar recelos.

Es necesario recordar que el batacazo electoral ha sido de proporciones gigantescas, quedando por debajo del límite de quince diputados que parecía literalmente imposible y que ya, en sí mismo, se consideraba un absoluto desastre. También hay que recordar que ese batacazo, con todos los matices que se quiera, es fruto directo de una gestión del proceso de renovación del partido decidida y mantenida por esa Ejecutiva.

Es ahora cuando conviene repasar la historia y comparar el momento actual con el que se vivió en marzo de 2000. Si se comparan las comparecencias de Rubalcaba y Almunia, se puede comprobar un paralelismo casi absoluto, incluidos términos y expresiones idénticas, pero con un matiz y una cifra: Almunia dimitió de manera irrevocable como Secretario General tras haber alcanzado el 33,9% de los votos. Rubalcaba convoca un Congreso que organizará con el 23%.

Eso sí, Rubalcaba, gracias a poner el Congreso por delante, se quita de encima el marrón de las primarias, un proceso al que, según dicen, llegó a rastras y por el que, aparte de afirmaciones de manual, no siente una especial atracción, dado aquello del ADN de la vieja guardia.

El Congreso tiene otros matices. Como el trabajo ideológico se supone que está hecho en la Conferencia Política, se va a centrar, exclusivamente en poner indios encima de la mesa, comprobar quién la tiene más grande y en saber si quieres más a papá, a mamá o al abuelito. Como además, tampoco hay mucho tiempo, será tontería descender al último nivel militante habiendo como hay baronías suficientes para organizarse bien. Eso sí, me cuentan que ya hay quien ha hablado con Ana Pastor para que le reserve todos los billetes del AVE a Sevilla de aquí al 20 de julio.

Y aquí es donde entra lo del título porque certezas tenemos pocas, pero si de algo no tenemos dudas es de que este Congreso pasa necesariamente por la Ruta de la Plata, ese itinerario heredero de aquella Vía de la Plata que unía Augusta Emerita con Asturica Augusta y que hoy se extiende de Sevilla a Gijón. Por ahí ha de pasar todo el tráfico. Renacen las posibilidades del tapado y, si al final es así, habrá que descubrirse ante el estratega Rubalcaba.

Por cierto, algún día, el PSOE deberá plantearse esa enorme capacidad que tiene para hacer aborrecibles a sus mentes más brillantes. Y la de Rubalcaba, a pesar de todo, y dicho lo dicho, lo es.

Juan Santiago