Las primarias para elección del Secretario General de los socialistas asturianos plantean un debate entre continuismo y renovación.

Debate Adrián y Josechu

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En la noche del domingo diecisiete, los socialistas asturianos tendrán un nuevo Secretario General que añadirá una pieza más al proceso de renovación del Partido Socialista. Ese proceso que empezó con las primarias que redimieron a Pedro Sánchez tras la superación del vergonzoso Comité Federal de octubre pasado.

Es importante esto porque, por mucho que se sepa, no conviene olvidar la referencia.

Y lo primero que hay que decir con respecto al proceso asturiano – y yo creo que eso honra a toda la organización – es que, a pesar de lo extremadamente largo que ha sido, se ha mantenido dentro de unos niveles de corrección y, en general, de juego limpio que habla mucho de la madurez de la Federación y, sobre todo, de sus militantes.

Dentro de ese proceso, un momento clave ha sido, sin duda, el del primer y único encuentro cara a cara entre los aspirantes. Y digo que ha sido clave y que, por tanto, merece la pena analizarlo, no tanto por la influencia que pueda o no tener en el resultado final, sino por el valor simbólico que aporta y por las claves que ofrece de cara a la votación.

El debate: espectáculo y formato muy mejorables

En primer lugar, y desde el punto de vista formal, hay que decir que no estuvimos precisamente ante un espectáculo visual que se pueda considerar ni siquiera digno. Viendo la puesta en escena y las imágenes, éstas dan siempre la sensación no sólo de falta de medios, sino de apatía y de falta de frescura que poco podían ayudar a los candidatos. Y a este respecto diría que, sobre todo, a uno de los candidatos. Fallos en la cámara del plano corto de Adrián Barbón, composición de los planos, tiros de cámara sesgados, tanto en los cortos como en el máster, y movimientos enfatizando determinados momentos a Josechu Pérez, hablan poco de la necesaria neutralidad de la realización del debate.

Un debate que, además, tuvo para mí un problema básico en el formato y en el planteamiento acordado.

Sencillamente, al debate le sobró la primera hora.

Resulta evidente que la elección en primarias es un proceso dirigido exclusivamente a los militantes de un mismo partido. A los militantes, no a los votantes. Militantes de un partido que tiene un ideario común. Un partido que fija sus posiciones y prioridades tras los debates de un congreso y no en la elección del Secretario General. Por eso, el empeño por hablar durante una hora de problemas políticos concretos y de acción de gobierno que ni siquiera compete a los aspirantes (ni siquiera al que gane) es una forma extraordinaria de perder el tiempo y de echar a los espectadores.

Conceptos básicos y modelo de partido

En realidad, el debate debió centrarse en conceptos políticos básicos como, por ejemplo, la ubicación de cada cual en esa escala del 1 al 10 que define el espacio derecha/izquierda o la política de alianzas que cada uno persigue en unos momentos de fragmentación electoral que hace prácticamente imposible el gobierno en solitario o, incluso, amenaza la propia hegemonía.

Y, sobre todo, debió centrarse en el modelo de partido que se oferta a los militantes que son los que votan. De hecho, es la última parte, la última media hora, mucho más viva y punzante, la que salva el debate. Es esa media hora la que define la posición de cada uno y el enfrentamiento entre ellos. Porque enfrentamiento hay y es bueno que lo haya.

Es ahí donde se definió el modelo de partido de Josechu Pérez como un modelo continuista, un modelo que a mí me gusta llamar líquido por su capacidad para fluir sin que apenas se note Y frente a él, el modelo propuesto por Adrián Barbón al que yo llamaría sólido por cuanto aporta una construcción seria y definida. Concreta. Reconocible. Y nueva.

Una elección entre modelos

En realidad, los dos candidatos, jóvenes y solventes, representan dos modelos que hoy, queramos o no, confrontan en el socialismo español. Por un lado, Josechu, el representante del statu quo actual, casi gatopardiano (que cambie algo para que todo permanezca) y Adrián, el que pretende el establecimiento de un nuevo paradigma organizativo y de base. Un modelo cimentado en una militancia activa.

Porque, en realidad, de eso se trata.

A eso están llamados los militantes socialistas asturianos. A elegir entre dos modelos.

A escoger entre un muy legítimo continuismo y un no menos legítimo deseo de renovación.

A decidir que la militancia tenga más o menos protagonismo en la organización.

A seguir o no la estela de las primarias federales.

A abrirse o no a posiciones más nítidamente de izquierdas y a huir o no de los ataques de responsabilidad que permiten gobiernos de la derecha.

Sobre eso se tienen que pronunciar.

Y, por cierto, a mí no hace falta que me pregunten. Yo creo que se me nota.

Juan Santiago

Lo interesante, a partir de 1:03:18