A pesar de la imagen que pretende proyectar, no se puede decir de Mariano Rajoy que sea alguien en quien se pueda confiar.

con mariano

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Lo siento mucho, pero estoy absolutamente convencido de que con Rajoy no se puede ir ni a coger billetes de quinientos euros. Y mira que él sabe bien dónde encontrarlos. Hasta en cajas de puros, dicen los suyos.

Las razones para la negativa son variadas. Lo primero y más importante es que no es de fiar.

Se le ha comparado con muchas cosas pero, quizás, la comparación más aproximada es la del camaleón. Un tipo capaz de cambiar de color para que no se note que está, que permanece inmóvil esperando a que algo revolotee a su alrededor y que, sin moverse ni lo más mínimo, lanza la lengua todo lo lejos que puede para tragarse tranquilamente una nueva presa.

Que se lo digan si no a todos los líderes populares cuyos huesos conforman su trono de hierro. Y a todos los encausados que siguieron órdenes y cuyas cabezas, clavadas en grandes picas, adornarán la fachada de Génova mientras el jefe confecciona la alineación del próximo partido de la selección.

Las lentejas de Maíllo

Nada digamos de su conocida capacidad para firmar lo que le pongan por delante sin tener la más mínima intención de cumplirlo. Y si no lo creen, miren ustedes a las míticas lentejas de Maíllo. Ya saben: las medidas anticorrupción que contiene el pacto de investidura firmado con Ciudadanos. Unas medidas que jamás se han cumplido ni se cumplirán, pero que el PP firmó sin despeinarse porque si no, sencillamente, no investían a Mariano como presidente.

Y, claro, hasta ahí podíamos llegar. Que a Mariano, no es que le guste la Presidencia más que a un tonto una tiza, sino que la considera imprescindible para conservar ese manto de invisibilidad que le mantiene fuera de la vista de la justicia.

De la justicia hablamos

Hay que recordar que todavía le duelen las carnes a muchos socialistas cuando rememoran aquel pacto de estado por la Justicia que firmaron con el PP en 2001 y que tuvieron que romper dos años después tras comprobar cómo los populares lo habían utilizado para hacerse con un control del poder judicial que hasta hoy sigue coleando.

Y hay que recordar también que todavía resuenan en los oídos de aquellos socialistas las palabras del Secretario General del Partido Popular acusándolos, sin rubor y sin cortarse un pelo, de tener motivaciones partidistas y de no ser serios. Por cierto, ¿recuerdan ustedes quién era ese Secretario General, experto en seriedad? ¡Bingo! El camaleón de las lentejas. (aquí puedes leer la noticia y oir los audios)

El perfecto compañero

El mismo que ofrece su brazo para que se agarren de ganchete los que ahora necesita para tapar el desastre catalán que él mismo organizó a base de recursos, propuestas de boicot a los productos catalanes y otros polvos que trajeron estos lodos.

El mismo que no está dispuesto a hundirse sólo y que será el primero en saltar del barco cuando empiece a entrar el agua al grito de ¡los presidentes y los niños primero!

El mismo que mantiene a un fiscal general reprobado para que presente denuncias por sedición en la Audiencia Nacional después de haber firmado sentencias en las que declaraba que no era competente para eso.

El mismo que declaró en sede judicial que él dirigía las campañas electorales pero no sabía cuánto costaban.

El mismo que hoy denuncia la existencia de mafias pirómanas después de haberlas negado hace diez años en la cabeza de una manifestación contra los gobiernos socialistas de Galicia y de Madrid.

Vamos, lo que se dice un perfecto compañero de viaje.

Pero, bueno, ya se sabe: Con amigos como éstos, quién necesita enemigos.

Juan Santiago