El amigo está dentro
13 martes May 2014
Escrito por Juan Santiago * Perspectivas de la socialdemocracia
Hace más de seis meses escribía en “El ejemplo Besteiro” lo siguiente:
“… un Partido Socialista que deja la renovación de la dirección a momentos próximos a dichos procesos (los futuros comicios municipales y autonómicos), se puede encontrar con un partido que, teniendo el trabajo ideológico hecho, cuente con una militancia entretenida en otros menesteres porque, o bien está dividida entre varios candidatos, o aún peor, está desencantada porque no aprecia capacidad de renovación.”
Hoy, a menos de dos semanas para las elecciones europeas, con la campaña ya comenzada, es necesario recordar esas reflexiones por si a alguien, a su vez, le diera por reflexionar.
El escenario se llena con una candidata designada desde el aparato y con unos presuntos candidatos a la secretaría general pillándosela con papel de fumar, anclados en el “ahora no toca” y calculando si las firmas de los avales los tendrán que presentar de cara a noviembre o el 26 de mayo. Y, en el patio de butacas, el amigo, es decir, el militante, no sabiendo si aplaudir, patear o salir de la platea.
Y es que, a la vista de las últimas encuestas publicadas, aún parece que nadie se ha dado cuenta en el PSOE de que los amigos están dentro. Tanto ha vuelto la burra al trigo de la búsqueda del elector de centro, tanto esfuerzo se ha empeñado en demostrar que somos un partido de gobierno, tanto se ha escenificado eso de que las primarias son un elemento estratégico que, cuando nos queremos dar cuenta, ni arre, ni so.
Se sigue en la indefinición ideológica después de una conferencia política que nadie ha entendido, se sigue sin una renovación “limpia” y se sigue dando la espalda a una militancia perpleja que no sabe qué pensar ni a quién seguir, que, por no saber, no sabe si su color es el rojo o el verde y a la que, para rematar, se le empaña el referente González. Se sigue, por tanto, en lo que podíamos llamar la persistencia en la transitoriedad que es, quizás, el elemento que más daño ha hecho a las expectativas socialistas.
A mi parecer, todo esto tiene una enorme gravedad y puede tener una incidencia en el resultado electoral que nadie parece estar teniendo en cuenta. Nadie parece considerar que la militancia socialista es mayoritariamente de izquierdas. Pero de izquierdas, de verdad. Y nadie parece considerar que esa militancia lleva cuatro años tragando sapos sin saber, con seguridad, quiénes son los nuestros. Contemplando lo que ha pasado en Alemania y en Francia y calculando cómo será aquí.
Nadie parece observar las variaciones en la fidelidad del voto ni se dedica a calcular su incidencia en unos resultados que pueden tener un dramatismo que conduzca a la prolongación de una travesía en el desierto, ya sin horizonte, y quemando, ahora sí de verdad, a toda una generación de posibles líderes.
De una vez por todas, alguien ha de tener claro que los conceptos deben prevalecer sobre las estrategias. Que no se vive al socaire de la permanencia de aparatos y aparatitos sino que se vive gracias a la permanencia de los conceptos y que, por el contrario, gracias al abuso de las estrategias, se puede fácilmente morir.
Veremos.