Etiquetas

,

Comparte

Los partidos sistémicos, aquellos que se autoproclaman como partidos de gobierno o, en términos más ampulosos, como partidos vertebradores del Estado, tienen un problema básico en el suelo electoral, de tal forma que, cuando ese suelo se va situando por debajo de determinadas barreras, cunde el pánico y empiezan a aparecer claros síntomas de descomposición.

Ese pánico, por otra parte, está justificado porque, dada la tendencia que existe al abandono de aquello que no se percibe como relevante y que se refleja perfectamente en la imagen de las ratas abandonando el barco que se hunde, se suele producir una súbita caída como si se abriera un abismo bajo los pies.

Si alguien no lo remedia, el PSOE podría estar camino de la irrelevancia

Hay que añadir, además, que en el caso de los partidos políticos, la deserción se produce en dos vías, una, y más importante, entre los votantes que son los que sostienen las cuotas de poder y, otra, adicional y sucesiva a aquella, entre militantes y cuadros de la organización.

Algo así podría estar sucediéndole al PSOE en el que, sin duda, es su peor momento desde que los procesos electorales volvieron a España tras la dictadura franquista.

Y que es su peor momento se refleja bien a las claras en el gráfico que adjuntamos

historicopsoe

Click para ampliar

En él se contempla el porcentaje de votos obtenidos a escala estatal por los socialistas en todas las elecciones generales, municipales y europeas (se excluyen referendos, autonómicas y las correspondientes al Senado) que se han celebrado desde 1977 y en él se observa que el punto que marcan las recientes europeas, el 23% es, con bastante diferencia, el punto más bajo de toda la serie histórica.

Obsérvese también que sólo en cinco ocasiones la cuota socialista ha bajado del 30% y que, de esas cinco, tres corresponden a las tres últimas consultas celebradas, una de cada tipo (municipales, generales y europeas), lo que parece indicar que nos encontramos ante una clara tendencia que se ratifica si tenemos en cuenta que, en los últimos seis años, desde la victoria de Zapatero en 2008, la caída ha supuesto la pérdida de casi 21 puntos, reduciéndose, casi, a la mitad.

La cuestión es averiguar si hay vida por debajo del 20% que es el límite teórico en el que, posiblemente, se sitúe en el momento actual el resultado socialista en plena convulsión, con abandonos, congresos y anunciadas primarias.

Evidentemente es difícil afirmarlo si tenemos en cuenta que cada elección es un mundo, que los datos de participación tienen su influencia, que cada una se plantea sobre distinto tipo de circunscripción y que, finalmente, la traslación del porcentaje de votos a escaños depende en gran medida de los resultados ajenos y, por tanto, de la lucha por los restos. Pero pensando en unas generales en las que el resultado socialista quedara por debajo del 20% y estimando que el porcentaje perdido fuera a parar, en buena medida, a otras fuerzas de izquierda como ha ocurrido en estas últimas europeas, no es nada aventurado suponer un escenario en el que, apropiándose esas fuerzas de una buena parte de los restos, el PSOE no alcanzara a ser la fuerza de izquierdas más votada, que quedara en el entorno de los cincuenta diputados y que pasara, por tanto, de ser sistémico a ser biságrico. Ni que decir tiene que no es lo mismo ser la puerta que encaja en la bisagra, que ser la bisagra que soporta la puerta.

Se podrá decir que no son más conjeturas y, sin duda, sería cierto, pero las europeas de 2014 han demostrado que las placas tectónicas de la política española se están moviendo y produciendo cataclismos que nadie había previsto.

Se podrá decir también que nada está escrito y que está en la inteligencia y en la voluntad de cientos de miles de militantes socialistas invertir la tendencia que ahora conduce a la irrelevancia. Y sería, desde luego una gran verdad. Tal vez, la única verdad.

Juan Santiago