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Rivera se ha retratado otra vez en pelotas. No sabemos si es que, al fin, ha encontrado su sitio natural o es que, simplemente, se ha vuelto a adaptar al medio en busca de su sueño de grandeza.
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Es bien conocido que el presidente del partido Ciudadanos goza de dos características principales: el histrionismo y la adaptabilidad.
Me explico.
A Rivera, lo que más le gusta en esta vida, después de un pelazo y de ser presidente del Gobierno, es una buena aparición estelar donde luzca su presencia y no pase desapercibido. Un espacio en el que destaque su, ahora, fina figura y el pico de oro que le hizo ganar algo que ha sido de una gran importancia en su vida política. Me refiero a la Liga de debate universitario.
¿Y por qué digo que ha sido un hito en su carrera política?
Pues muy sencillo, porque en ese concurso de lo que se trataba era de defender o argumentar ideas aunque no se creyera en ellas. Algo que, como veremos después, forma parte de su ADN político.
Histrionismo
Como ejemplos claros del histrionismo de Rivera, son dos los que destacan. Dos ejemplos de sus primeros años, cuando tenía menos que perder. Uno, la foto en pelotas para el cartel de las catalanas de 2006 y, otro, el impactante, cutre y avergonzante vídeo de 2008 en el que los candidatos de Ciudadanos jugaban a los médicos con una asadura de vaca y hablaban de cosas como la pus del PNV.
Pero esto de la capacidad histriónica del personaje no es nada si lo comparamos con lo que antes he llamado adaptabilidad y que algún extremista podría calificar de capacidad camaleónica. Sobre todo desde el punto de vista ideológico.
Adaptabilidad
Y es que hay saltos en el vacío, desde el nacimiento del Partido de la Ciudadanía hasta la foto de Colón, que difícilmente pueden catalogarse como evolución.
Veamos.
Después de su nacimiento hace ya trece años (habrá que recordar que Ciudadanos no es un partido tan nuevo como se pretende ) ya en su segundo Congreso celebrado en 2007 se establecía, literalmente, que el partido había nacido para llenar “el vacío de representación que existía en el espacio electoral de centroizquierda no nacionalista”. Tal cual.
Pero es más. Todavía en 2014 se mantenía en su ideario básico que el partido se nutría “del liberalismo progresista y del socialismo democrático.” Para añadir que “en la articulación de ambos encontramos los principios que hoy fundamentan la convivencia en todas las sociedades avanzadas.”
Vamos, más o menos como lo que les une a sus dos socios andaluces.
Y ¡ojo! no es hasta 2017 cuando se cae del cartel el socialismo democrático y se queda sólo lo de liberal progresista. Que es, teóricamente, lo que ellos dicen que son.
Entre medias de todo esto están el pacto con Libertas para las europeas de 2009 (puro centroizquierda), las continuas y no atendidas llamadas a la puerta de UPyD, el pacto de gobierno con el PSOE, el apoyo a la investidura de Rajoy (allá penas la corrupción y la regeneración), el acuerdo con el PP y Vox para Andalucía y ahora la foto de Colón.
Estaremos de acuerdo en que si esto no es adaptabilidad, que venga Dios y lo vea.
Otra vez en pelotas
Y es que, al final, lo que le ha pasado a Rivera tras el revolcón de la plaza de Colón y de la proclamación solemne de que nada con Sánchez tras las generales, es que ha acabado exactamente como empezó: quedándose en pelotas.
Tapándose recatadamente lo del día de la boda y dejando al aire todas sus vergüenzas ideológicas.
Es decir, enseñando lo que realmente es: un tipo capaz de defender cualquier idea que le pueda permitir medrar políticamente como le enseñaron en la Liga de debate universitario.
Vamos, en pelotas y en el más puro estilo marxista. De Groucho. Ya saben: «Estos son mis principios y, si no le gustan, no se preocupe que tengo otros.»