Sorprende la beligerancia del portavoz de la Gestora del PSOE con Vistalegre II, ignorando la actual correlación de fuerzas de la izquierda.

puertas a la izquierda

 Puedes escuchar el contenido de este artículo a través del player 

Después de un fin de semana de congresos y apariciones, parecería necesario ponerse a hacer un análisis de todo lo que ha ocurrido y que va desde el búlgaro congreso del PP al más clarificador de Podemos, pasando por la genialidad de contraprogramación que se han marcado Susana Díaz y Abel Caballero.

Pero yo creo que, a estas alturas, todos los sesudos analistas de todos los bandos posibles ya han mostrado la patita y poco queda por decir que no sea una obviedad o un arrimar el ascua a la propia sardina. Eso, sin contar con que queda mucha tela por cortar y que los acontecimientos del futuro próximo seguro que avalarán un montón de digodiegos y de rectificaciones.

Así que me voy a fijar en algo bastante colateral pero que apunta a un calado de más largo plazo. Bueno, en realidad, hablar de largo plazo en estos tiempos es como hablar de unos seis meses.

Verán. Para mí, lo más raro y extemporáneo que ha dado el fin de semana no ha estado ni en la Caja Mágica, ni en Vistalegre, ni siquiera en el pabellón de la ONCE.

Una intervención dura y sorprendente

Para mí, quizás lo más sorprendente haya estado precisamente en Ferraz. Bueno, en Ferraz o en Sevilla que no sé desde dónde hablaba Mario Jiménez, portavoz de la Gestora socialista, a eso de las nueve y media de la mañana del lunes en Onda Cero. Yo pensaba que, puesto que a esas horas era difícil que la Gestora se hubiera reunido para valorar lo ocurrido en el fin de semana y fijar una posición, se trataría de opiniones estrictamente personales del portavoz, pero cuando esas opiniones han quedado reflejadas en la web oficial socialista, ya me entran ciertas dudas.

En cualquier caso, y asumiendo que estamos ante manifestaciones que no son oficiales, a mi me han sorprendido el tono, la forma y hasta las prisas. Me han sorprendido tanto que no se si todo ello es producto de una profunda reflexión o sólo de una mala noche de sábado.

Sacar a pasear el caballo de Anguita a estas alturas queda, cuando menos, un poco antiguo

Primero, porque sacar a pasear el caballo de Anguita, la pinza, el leninismo y las juventudes comunistas, a estas alturas de la jugada y del tiempo parlamentario que vivimos, queda, cuando menos, un poco antiguo además de bastante pobre desde el punto de vista dialéctico.

Si a ello le añadimos el hecho de descartar radicalmente cualquier tipo de colaboración cuando se ignora la composición de la ejecutiva del partido criticado y seguramente se desconocen los documentos, todo suena a excusa de mal pagador o a posición preestablecida que hay que ir colocando de cara a acontecimientos futuros.

Pero con ser esto preocupante, lo peor es la ceguera y no lo digo por lo del pabellón de la ONCE.

La ceguera ante la realidad

Lo peor es obviar cualquier tipo de análisis sobre las posibilidades reales de que la izquierda gobierne alguna vez en este país y encerrarse en una especie de negación de la realidad, salvo que lo que se pretenda sea propiciar formas de gobierno que no estén a la izquierda.

Habrá que recordarle a Jiménez que en este país, para gobernar, hace falta el respaldo de alrededor de once millones de votos y aproximadamente un cuarenta y cinco por ciento de porcentaje sobre voto válido.

Habrá que recordar que esas condiciones han desaparecido para el partido socialista de forma radical desde 2015, y que, desde entonces, el voto de izquierdas se distribuye entre dos bloques prácticamente idénticos, tanto en votos como en porcentaje, sin que se vea asomar en un horizonte próximo nada que indique que esa correlación de fuerzas se vaya a modificar de una manera drástica.

Por tanto, habrá que pedir, como mínimo, algo de prudencia a todos. Por lo menos a todos los que tengan en su hoja de ruta gobernar desde la izquierda. A todos. También a los de la cal viva.

Hablemos de hegemonía, hablemos de estrategia y hablemos de todo lo que pueda llevar a que los ciudadanos vean la luz más allá de un gobierno dopado por la corrupción y la financiación ilegal.

Pero tengamos en cuenta que mal vamos si el primer remedio que se nos ocurre consiste en ponerle puertas a la izquierda.

Juan Santiago