Mariano, que siempre está agarrado a la mesa, en enero se dio mus.
Dijo aquello de que incierto se presentaba el reinado de Witiza y apostó por el descarte y pedirse un traje nuevo.
La mano le salió bien porque hubo quien, pertrechado de un perete, envidó en lugar de ordagar y acabó sin apuntarse ni la chica, dado que su compañero iba ciego también.
Así que, ahora, Mariano, con mejor material, corta el mus, pasa seña de dos barbas y se da un pase negro para ver si los pollos que tiene enfrente se siguen pelando fácil y siguen puestos por el ayuntamiento.
Si ve que alguno envida con miedo, dirá que un envite es un convite y, si no, se lo apunta en pase, y a darse otra vuelta.
Al final, muerte dulce para los pardillos.