La aparente caída de Pujol – el de “Tranquilo, Jordi, tranquilo” – me trae a la memoria al viejo capo democristiano, al todopoderoso Andreotti, el político, adelantado a nuestro tiempo, que se adentró en el lado oscuro de la fuerza a la vez que navegó entre las aguas más procelosas, incluidas las que arremolinó gobernando con el beneplácito del Partido Comunista Italiano gracias al compromesso storico de Berlinguer y al oportuno asesinato de Aldo Moro.
Como Andreotti, Pujol ha remado siempre a favor de la corriente que él mismo formaba, se ha manejado a destra y sinistra sin que le cambiara el rictus y se ha forjado, desde que destronó a Tarradellas, la imagen de político imprescindible en el guiso, fuera cual fuera la salsa que lo coronara.
Ahora sabemos también que, como el eterno Andreotti, paseó por el dark side, no sabemos aún si sólo o en compañía de otros. Seguramente, como en el caso del viejo romano, nunca llegaremos a saber hasta qué profundidad llegaba el cieno que ayudó a acumular.
Pero hay otra imagen que identifica el devenir personal de Pujol y que nos lo sitúa, como al patriarca de los Lannister, junto al trono de hierro: la del jefe del clan familiar que preside, ordena y distribuye. Curiosamente, un concepto éste, el de clan familiar, que lo vuelve a emparejar con las siniestras amistades de Andreotti y con el valor para ambos del número siete. Siete veces fue el romano primer ministro y siete son los vástagos del clan Pujol i Ferrusola.
Para Tywin Lannister la razón de estado es la razón de la permanencia familiar en el poder. Con cargo a esa presunta razón de estado, lo mismo sirve casar a Tyrion con Sansa Stark que condenarlo a muerte después. Lo mismo sirve Banca Catalana que el Pacto del Majestic. Todo se corresponde con la imperiosa razón de mantener la prole para que sirva, a su vez, de un nuevo soporte de poder que la haga permanente en el tiempo y en la historia.
Entre las dos figuras, entre Giulio Andreotti y Tywin Lannister hay una clara diferencia. El italiano murió casi como un respetable ancianito de más de noventa años mientras que al león de Casterly Rock y como castigo a la traición familiar, le metió una saeta en la barriga el mismo hijo al que iba a matar.
Es verdad que la familia tiene estas cosas, pero para bien del desmemoriado Pujol parece que Italia está más cerca que Desembarco del Rey.