No se trata de que la legislatura esté agotada — que ya nació agotada desde el pucherazo inicial — sino de que esta corruptópolis en la que vivimos ya no da más de sí, ni siquiera para las bandas organizadas que llevan más de treinta años saqueándola.
Tenía razón el PP cuando el otro día, en el “comunicado Acebes” sostenía que la contabilidad B que el juez Ruz tiene perfectamente acreditada en la causa de los papeles de Bárcenas no puede ser la contabilidad del Partido Popular.
Pues claro que no, porque, evidentemente, una contabilidad que, según el contenido de los autos del juez, refleja una caja B alimentada por donaciones ilegales que fueron hechas en efectivo por beneficiarios de contratos públicos y que luego eran blanqueadas mediante ingresos también en efectivo debidamente troceados y que, además, servía para pagar gastos electorales que no se declaraban, para comprar y arreglar sedes o para alimentar mediante sobresueldos los patrimonios de determinados dirigentes, no puede pertenecer al partido que debería gobernar de manera legítima este país.
Por supuesto que esa contabilidad y la realidad que ella refleja no pueden de ningún modo pertenecer a un partido político inserto en un sistema democrático, sometido al imperio de la ley y cuyo fin básico es procurar el bien común y el bienestar de los ciudadanos a los que representa. En modo alguno es posible pensar que esas cuentas pertenecen a un partido político de una España democrática.
Esas cuentas pertenecen, sin duda, a un entramado de personas, perfectamente organizado a lo largo del tiempo, que ha hecho de la búsqueda y mantenimiento del poder su modus vivendi y que, gracias a esa perfecta organización, se ha enriquecido bajo una apariencia de legalidad que han utilizado, manipulado y creado con el único horizonte de su propio beneficio y el expolio de la ciudadanía a la que dicen representar.
Así las cosas, las costuras no aguantan más por mucho que el presunto presidente se empeñe en ponerse de perfil, alardear de sistema financiero o de presumir de que él si que la tiene grande porque para regeneración la suya.
Es sabido que las organizaciones criminales como la Mafia empiezan a reblandecerse cuando cae el contable, ese tipo minucioso, amante de guardar papelitos y que basa su poder en la información que poseía de todo y de todos. Era a partir de esa caída, cuando empezaban a aparecer cuentas, propiedades, mordidas, putiferios, connivencias, comisiones y relaciones de todo tipo. Exactamente como ahora.
Hoy nos enteramos de la caída de otro pedazo de la banda con el ex número dos de Esperanza a la cabeza. Ayer fueron los señoritos de puro y lencería fina. Mañana será un gerente provincial, una Secretaria General, otro alcalde o un responsable, como Arenas, que se pone estupendo diciendo que la corrupción no es un problema del PP, sino de todos.
Pero, por más que se empeñen, no hay manera de sostener esto por más tiempo.
Todos sabemos que sólo hay una salida democrática para empezar la catarsis que, sin duda, necesita este país. Dejar que sean los ciudadanos, los dueños de la soberanía, los que cojan la escoba y empiecen a barrer. No valen, y esto deberían tenerlo en cuenta en Ferraz, los parches, las supuestas medidas de regeneración, los pactos y componendas o las grandes coaliciones. Sólo la voz del pueblo, expresada democráticamente en las urnas, sirve como bálsamo para este sindiós en el que nos han metido. Y, si hay algo de inteligencia, mejor hoy que mañana.
Por supuesto que tengo muchísimas dudas de que vaya a ser el rey del plasma el que tenga algo de gallardía o una pizca de ese presunto patriotismo del que tanto gustan alardear los suyos. Pero si lo tuviera, sería la única forma que tendría de prestar, por lo menos, un servicio a este país.
Así que ¡Ánimo Don Mariano! ¡Disuelva usted el Parlamento! ¿O es que acaso tiene miedo de perder el aforamiento?