Dios nos libre del día de las alabanzas
23 domingo Mar 2014
Decía mi madre que decía su tía Leocadia: “Dios nos libre del día de las alabanzas”. Y, a fe que tenía razón.
Sonroja de manera muy especial, en días como los que vivimos, oír hablar del hombre irrepetible, del gran estadista o de aquel de quien debemos continuar su legado, en palabras que salen de las mismas bocas que lo más bonito que en su día le llamaron fue traidor o perjuro.
Toda esa caterva de individuos que hoy se pasean por televisiones o emisoras de radio con el incensario en la mano, dispuestos al sahumerio de extrañas programaciones especiales, se creen que todos estamos hoy invadidos por el maldito Alzheimer y hemos perdido la memoria.
Pero no. Recordamos muy bien cómo se produjo la historia. Recordamos a la perfección cómo era la correlación de fuerzas y cómo era necesario romper aquel pastiche centrista para que las derechas se reunificaran en torno a una marginal Alianza Popular. Recordamos perfectamente con nombres y apellidos a los auténticos traidores que hoy se agrupan en torno a una parte del espectro político, fétida y podrida, que se ha convertido en ese agujero negro que ha devorado y devora todo dinero público que se le ha aproximado. Y los recordamos hoy, cuando los escuchamos cantar con voz de atildados tenores de opereta, desafinadas loas, exaltadas hagiografías y delicados panegíricos del marginado, del olvidado y del traicionado.
También recordamos a tantos “centristas” convencidos que le dieron la espalda en las urnas cuando su segunda aventura partidista y que ahora lo elevarán al altar del prócer inolvidable.
Y eso lo recordamos quienes nunca le alabamos ni lo consideramos más de lo que, realmente, a nuestro juicio era: un político listo, trabajador, ambicioso, con sentido de la realidad y hasta quiero creer que decente.
Pero da mucha vergüenza ajena escuchar, en el trance de una muerte programada, a un rey que tuvo en él un pañuelo de usar y tirar o a personajillos que, cuando escuchan palabras como dignidad, lo único que les apetece es echar mano a la pistola.
Yo, siempre que me acuerdo de Adolfo Suárez, no puedo remediar imaginarlo como Alain Delon en su papel del bello e impetuoso Tancredi Falconeri, diciéndole al príncipe de Salina, para explicarle su alistamiento con los garibaldinos, aquello de “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”.
Y es curioso porque, siempre, en lugar de ver a Burt Lancaster en el papel del príncipe, me imagino que se lo está diciendo a Torcuato Fernández Miranda.
Está claro que me lo tengo que hacer mirar.
Un comentario
alberto said:
24/03/2014 a las 11:40
No te conozco , pero estoy contigo al 100%, VAYA PANDA DE FARSANTES. En España como decían los sabios de nuestra literatura e historia y como desde hace muchos años dibuja El Roto , cuando te hacen un monumento o estas muerto y , o te lo meten por el culo. No se trata de que aprendamos la historia ,sino de crear la historia que quieren que se crea , y funciona , ya lo creo que funciona ,ahí tenemos el cuéntame(mentiras) de TVE reinventando una historia que nunca existió, pero que la gente quiere creer porque es mas dulce que su propia historia. En EEUU parece ser que a base de Ranbos y héroes similares el 50% de la población cree que ganaron la guerra del Vietnam.
Yo nunca defendí a Suarez ,era mi enemigo económico ,el presidente del miedo ,de la desesperación que no esperanza, de la cultura Franquista ,de la amenaza con algo peor, pero le respeto ,como enemigo político ,y creo que lo hizo lo mejor que supo, (no le perdono lo del demócrata, Martin Villa su tolerancia con los nazi fascistas los muertos que ocasiono y los asesinatos de la policía de esos años), además parece que no era un ladrón, que eso en España es de nota en cualquier gobernante y con la perspectiva que da el tiempo y comparándole con los que hemos tenido después ,parece Alfonso X el sabio. Bueno como creía mucho en Dios ya vera arriba a todos los Judas que ahora le defienden. Creo que es el mayor o único acierto del rey y los poderes facticos y económicos le tienen que estar agradecidos toda la vida.