Candidatos y candidaturas. En barras, calles y plazas se acumulan rumores que se convierten en certezas y jóvenes neófitos que se asoman a la política

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Ocurre, inevitablemente, cada cuatro años.

No sé si se han dado ustedes cuenta pero, justo cada cuatro años, nada más pasar el puente de Difuntos y, generalmente, hasta el puente de diciembre, ocurre el mismo fenómeno.

Es algo que se da sobre todo en los pueblos pequeños y medianos y tiene mucho que ver con la necesidad de mucha gente por conocer acerca de sus vecinos. Ya saben, llámenlo curiosidad o cotilleo.

Pero sí. Cada cuatro años por estas fechas y, como si el paso por los cementerios removiera algo que deja a la vista los viejos temores y fantasmas, el fenómeno vuelve a reproducirse y acaba en boca de todos.

Claro, como ya habrán adivinado por la periodicidad cuatrienal, la cosa tiene mucho que ver con el hecho de que, en la segunda mitad de la próxima primavera vayan a tener lugar elecciones municipales.

Un curioso proceso

Éste es el momento en que, sin saber muy bien por qué – tal vez como les pasa a los almonteños con el salto de la reja – todo el mundo empieza a preguntar y a preguntarse quiénes van a ser los candidatos municipales de los distintos partidos.

Y es curioso, porque lo que empieza casi como un juego, un cambio de impresiones o una invención interesada, acaba cuajando y justo antes del parón invernal de diciembre, o incluso un poco antes, el pescado ya está vendido y todo el mundo está al cabo de la calle.

Yo no sé muy bien cómo está en otros pueblos, pero en el mío – que lógicamente es el que conozco – el fenómeno está en plena efervescencia y no hay barra de bar que se precie que no sea testigo de intercambios y puestas en común.

Las quinielas se reproducen, se van limando asperezas, y, de forma extraña, poco a poco se va viendo la luz al final del proceloso túnel.

Lo sé bien porque – aunque desconozco la razón – mucha gente me pregunta como si yo tuviera superpoderes o estuviera enterado de todo lo que se cuece. Nada más lejos de la realidad porque yo, generalmente, sólo sé lo que me cuentan.

Al grano

Pero vayamos al grano. Efectivamente, aquí el fenómeno está completamente en marcha y, a estas alturas de la jugada, ya hay cartas que están boca arriba.

Por ejemplo en las derechas. Ya saben que ahora hay dos o tres derechas. Bueno pues hay consenso en la calle de que dos de las derechas ya gozan de ese preciado tesoro que es contar con un candidato.

La situación es distinta porque unos, los naranjas, vienen de la inexistencia mientras que los otros vienen de otro tipo de inexistencia. Más bien de un desierto de cuatro años tras haber dimitido de sí mismos y de la acción política. Un desierto que les ha convertido en la más leal oposición que haya podido nunca haber entre el Eo y el Suarón.

La muy leal oposición

Curiosamente, tal vez siguiendo ejemplos y experimentos de hace cuatro años, los dos han optado por dos candidatos neófitos, por dos buenos rapaces – me consta – que se enfrentarían así a su bautismo político y que muy probablemente lo harán, como hoy se lleva tanto, abjurando de la propia política.

Pero, ¿y las izquierdas? Aquí la cuestión es más compleja. De los morados nada se sabe. Ni siquiera si comparecerán. Y de los rojos se sabe poco y poco seguro. Según parece, todo oscila entre la persistencia y el recambio. Según me cuentan, por un lado, hay quienes consideran que más vale pájaro en mano y que, total, esto es lo que hay y, por otro, quienes consideran la persistencia un grave error y buscan, por tanto, el recambio.

O sea, un poco de lío.

Opinión en tres pasos

Y hasta aquí la información. Ahora, si quieren ustedes mi opinión, yo se la doy.

Dejando bien claro mi más absoluto respeto por el derecho democrático a optar a los cargos públicos que todo el mundo tiene y mi aprecio personal por todos ellos, yo diría solamente tres cosas:

Primero: que me parece una vergüenza en estos tiempos que no haya ninguna mujer entre los que, aparentemente, se postulan como candidatos. Lamento tanto la inflación de hombres presuntamente imprescindibles como la dimisión de las mujeres que eluden su responsabilidad.

Segundo: que puede ser una falta de respeto a los ciudadanos considerar la gestión de los pequeños municipios como algo que no requiere un mínimo de especialización y competencia. Claro que esto no es responsabilidad de los candidatos sino de los partidos que los proponen o aceptan.

Y tercero y más importante: que a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.

Juan Santiago