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Lo dije hace casi dos meses en un artículo que titulé casi igual: «Bienvenidos al club». Y, como escrito está, no será cuestión de ponerse pesado y repetir los mismos argumentos. O sí, porque la verdad es que causa cierto sonrojo contemplar a los paladines de la belleza tratar ahora de desfigurar a cuchilladas la cara de aquel a quien anunciaron como Mesías Redentor.

A ver si va a resultar ahora que tenemos que salir a defenderlo los que, desde un principio, dijimos que no parecía la opción necesaria.

En cualquier caso, además de poner de manifiesto una vez más la capacidad que tienen algunos para propugnar una cosa y su contraria sin despeinarse siquiera, quizás deberíamos ir un poco más allá y tratar de analizar cuáles pueden ser las causas de que el proceso de primarias, llevado a cabo por el Partido Socialista, haya fracasado tan rápido y con tanta claridad.

zapatero bonoA lo mejor podríamos referirnos a la falta de costumbre, al diseño del proceso o, simplemente, al pucherazo. Todo ello seguro que tiene que ver, pero si nos fijamos un poco, nos daremos cuenta de que todo se resume en una circunstancia que, a su vez, todo lo engloba.

Las primarias socialistas fracasaron porque los dirigentes, agrupados y amparados en los distintos aparatos, nunca las tomaron en serio y nunca creyeron en el proceso como un mecanismo válido y democrático que permitiera a las bases tomar la palabra y adoptar decisiones. Nunca. Por eso mismo fracasarán cuantas veces se lleven a cabo si antes no se hace un ejercicio honesto de abandono de las herramientas que hasta ahora podrían haber servido, pero que están muy lejos de aquello a lo que la ciudadanía aspira hoy.

Los aparatos del PSOE abordaron aquel proceso como toda la vida hicieron con la preparación de los congresos. Con el cuchillo entre los dientes, haciendo amagos y poniendo indios encima de la mesa. Y así resultó. Los acuerdos por la cúspide y, desde ahí, las presiones hacia abajo hasta condicionar el voto de las bases. Pero nunca asumiendo que éste era un proceso distinto en el que el impulso debía venir de abajo a arriba. ¿Y cuál es el problema? Pues sencillamente que como quienes entonces se sentían dueños del proceso se sienten hoy, a su vez, dueños del resultado, deciden en cada momento cómo han de ser las consecuencias y establecen que son sus apoyos, y no la voluntad de las bases, los que marcan el camino.

Por eso ahora se juntan en camarillas y cenáculos y deciden que, donde dije digo, digo Diego, que a ver si no voy a poder decir lo que me de la gana y a decidir que éste que era tan guapo, ahora ya no me gusta. Sólo faltaría. A ver quién manda aquí.

Y así vamos, acuchillando a diestro y siniestro a los nuestros y haciendo, por otro lado, seguidismo al PP con aquello de que Grecia no es España. Claro que, de paso, hay que decir que el PASOK no es el PSOE.

Por cierto, los socialistas griegos por debajo del cinco por ciento y aquí hay quien mira a Ferraz y pregunta ¿hay alguien ahí?

¡Qué manía tienen algunos!

Juan Santiago