Una de las peores consecuencias que está teniendo esta crisis es la aparición, fundamentalmente en las filas de la izquierda, de un nuevo tipo de político: el zombie.
Sus características son bien definidas y se identifican con facilidad.
Son políticos generalmente veteranos, con muchos años de experiencia, que en un buen número de casos han ocupado puestos de responsabilidad en la administración, que generalmente han nadado a favor de corriente y que, en estos momentos, fuera del poder, deambulan por la política como almas en pena.
El mal que tienen inoculado y que les hace vagar sin rumbo definido es el desconocimiento de una sociedad que no comprenden y a la que tratan de aplicar parámetros de sus tiempos de gloria. Ello les lleva finalmente a la comisión de errores de juicio y a ser pasto de pardillos y recién llegados que los van desmembrando ante el regocijo de espectadores apasionados.
Tienen una ventaja: sea como sea y les hagan lo que les hagan, ellos no están del todo muertos y siguen caminando y vagando con el único objetivo de comer carne fresca, a ser posible de los que tienen más próximos.
Son como aquellos muertos vivientes de la película de George A. Romero o quizás, en un plano más moderno, como los espectros muertos por los “caminantes blancos” en Juego de Tronos: políticos muertos que reviven, fríos y con la mirada azul vacía, caminando hacia el Muro.
Lo que está claro, con este panorama, es que «the winter is coming». Se acerca el invierno.