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botero-circoLa política española se puede imaginar en forma circular, concretamente como la pista arenosa de un circo.

Arriba, haciendo equilibrios, piruetas y volantines, funambulistas y trapecistas procuran por todos los medios no precipitarse al vacío.

Mientras tanto, abajo, una clásica pareja de payasos lleva a cabo su número intentando entretener al personal.

Ya se sabe cómo son las parejas de payasos: por un lado, el augusto, colores chillones, nariz colorada y zapatones, interpreta el papel de idiota haciendo muecas y diciendo tonterías mientras el clown, señorial, cara blanca y vestimenta brillante, se las da de listo tratando de adoctrinar al bobo.

Al final, el resultado del número es siempre igual: el listo queda en evidencia como el perfecto estúpido que es mientras el tonto se parte de risa entre los aplausos del respetable.

Pero no queda todo ahí. De repente se oye una voz, la del jefe de pista (el que manda de verdad) que dice: “¡Más difícil todavía!” y es cuando funambulistas y trapecistas se precipitan al vacío comprobando que les han quitado la red.

Leopoldo Buiza