demolitionSIMON PHOENIX HA VUELTO

El taimado alcalde Cocteau lo ha sacado de su crio-prisión para que, junto a sus colegas descerebrados, se encargue de acabar con todo.

La siniestra banda se ha puesto a ello con especial denuedo y, mientras Simon se reserva para sí las grandes destrucciones, sus fieles esbirros descerebrados se encargan de los trabajos menores.

Así, el malvado Phoenix igual destroza los servicios públicos que elimina los derechos ciudadanos, mientras en los pueblos pequeños deja generalmente al más tonto de todos para que se encargue de cosas poco significativas como regalar dinero a sus amigos poderosos o promover el chunda-chunda como bien fundamental a preservar.

Las instrucciones son claras: hay que actuar sin complejos y arrasar con todo, sobre todo si procede de tiempos pasados que es necesario borrar, incluso del recuerdo.

Todo debe ceder a las órdenes supremas.

Da igual si hay que amañar concursos, destrozar los espacios públicos o regalar dinero de los ciudadanos.

El caso es cumplir el mandato: Todo por el caos. Todo por servir al interés del que, de verdad, manda.

Encima, tenemos un problema añadido porque, ahora, ni John Spartan ni la teniente Huxley están dispuestos a hacer acto de presencia mientras los habitantes de pueblos y ciudades observan con una mezcla de asombro y resignación los desmanes del bobo de turno.

Hermano, ya sabes la consigna:

“Olvida el pasado John, estamos en la era de lo nuevo y mejor…”

Leopoldo Buiza