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MÁS DE 20.000 PERSONAS EN LA BEATIFICACIÓN MÁS NUMEROSA DE LA HISTORIAEs curioso comprobar cómo los meapilas, declarados, conocidos y confesos, son precisamente los mayores desalmados.

Son esos seres melífluos, de comunión diaria, de pésame señor y de vigilia de viernes santo quienes con mayor saña persiguen, castigan y mutilan al débil, quienes con puntería milimétrica arrojan la primera piedra contra la mujer adúltera y quienes encierran bajo siete llaves la conciencia de los demás, mientras invocan el sagrado nombre de la patria y se hacen cruces ante las ofensas a los poderosos.

Son esos sectarios –en el sentido literal del término– los que entre golpes de pecho te ordenan la sumisión bajo pena de su excomunión civil y los que afilan las cuchillas que abrirán las carnes del miserable (del que vive en la miseria).

Eso sí, mientras los adoradores del becerro de oro se congregan para robar las posesiones de los pobres, mirarán para otro lado o, más bien, bajarán los ojos a la vez que extienden la mano que recoja sus migajas.

Así se cumple la enseñanza. Es más fácil pasar un cartel de banqueros por el ojo de una aguja que lograr que entre en el reino de los cielos un meapilas, vestido de San Jorge y con el alma llena de cuchillas.

Amen.

Leopoldo Buiza