La situación del PSOE se asemeja, cada vez más, a la de aquél que se ve obligado a cruzar un ardiente desierto para llegar, al final, a un vergel lleno de suaves praderas y cruzado de rumorosos arroyos.
La realidad con que se enfrenta está compuesta de arenas abrasadoras, vientos helados al anochecer, alimañas al acecho que esperan para devorar y sed, mucha sed.
Ante esa amenazante realidad, ¿con qué herramientas puede contar nuestro intrépido explorador para impedir que su débil esqueleto acabe decorando la pendiente de una duna?
Lo principal es, sin duda, contar con un mapa y una brújula que orienten hacia el objetivo. Eso sí, hay que procurar que el mapa esté actualizado y la brújula convenientemente calibrada porque, de no ser así, los buitres – que siempre los hay – darán buena cuenta del que va errando por caminos equivocados.
Tampoco es mala cosa contar con un buen camello que, bien adaptado al medio, nos transporte sin derrochar esfuerzos. Lo que pasa es que hay que saber manejarlo y conocer bien sus necesidades, si no queremos que sea un estorbo más que una buena ayuda.
También es conveniente no hacer la travesía en soledad ni mucho menos ir dejando cadáveres en el camino a fuerza de quitarles la cantimplora a los compañeros porque alguno puede aprender el mecanismo y ser tú el que acabe sin agua.
Pero, con ser importantes el buen rumbo, los medios adecuados, las buenas compañías y las prácticas leales, lo que, de verdad, resulta decisivo es saber distinguir el destino real de los espejismos que se nos presentan.