rubalcaba tsiprasSinceramente, estoy de acuerdo con Alexis Tsipras cuando dice que la socialdemocracia debe resolver el dilema histórico de tener que elegir entre continuar en el camino de la derecha, mano a mano con ella, o confrontar con el sistema y sus valores.

Esa es la encrucijada que se vuelve a presentar frente a los socialdemócratas y, efectivamente, sólo hay dos direcciones, a la derecha o a la izquierda, porque el camino que mantiene la dirección actual está cortado y no llega a ningún sitio.

El problema está en que ya hemos llegado otras veces a este cruce y, antes de tomar la decisión, lo primero que hay que hacer es un reconocimiento explícito de que nos equivocamos en su momento al torcer a la derecha llamando a eso “tercera vía”.

Hoy sabemos que era una vía muerta que nos alejaba de los valores y de los principios que nos habían puesto en el camino, de los viejos conceptos y de nuestro compromiso de luchar por conseguir una sociedad, mejor, más justa, más equitativa y, en definitiva, más feliz.

Nos equivocamos, yo el primero, al ponernos detrás de presuntos líderes que, finalmente, se revelaron como auténticos tapados de los poderes financieros, insaciables de desregulación, que nos han traído hasta aquí y que han decidido quedarse con todo, creando para ello, si es necesario, un rebaño de siervos.

En ese sentido, no me parece justo que Tsipras exponga como las más figuras más trágicas de la socialdemocracia a Papandreu, Sócrates y Zapatero y se deje en el tintero a personajes como Tony Blair o Gerhard Schröder.

Pero, en cualquier caso, más que de empezar con las lapidaciones, ha llegado el momento de poner en cuestión el modelo no sólo económico sino también social, institucional e incluso de alianzas transnacionales que nos ha dejado en ese cruce.

Es momento de afirmar con rotundidad que un modelo económico, basado en la exacerbación del consumo y el uso, como instrumento básico, del crecimiento contínuo, está agotado y que es necesario buscar modelos alternativos para obtener resultados de justicia redistributiva que beneficien al conjunto de los ciudadanos.

Es momento de repensar el sistema de participación democrática y aproximarse de manera inequívoca, y superando la perplejidad, a unos movimientos sociales que ya están en presencia y a los que hay que entender como aliados.

Es momento de reconocer que el entramado institucional en el que nos hemos desenvuelto en los últimos decenios está superado y se ha convertido en una auténtica máquina de crear desigualdades en el que los propios ciudadanos sienten que no sirve para la resolución de sus problemas.

Y es momento, sin duda, de replantear todo el sistema de moneda única y tratados que han llevado al proyecto europeo al momento de mayor injusticia social desde su puesta en marcha.

Es momento, en definitiva, de hacer una enmienda a la totalidad que nos devuelva al camino que nunca debimos abandonar. Por supuesto que no lo haremos en un abrir y cerrar de ojos y que una tarea de ese calibre supone rehacer el proyecto. Pero los conceptos, los valores y los principios ya están, nos los dejaron quienes abrieron el camino. Lo primero que hay que hacer es volver ahí y recogerlos.

Y más vale que se haga pronto porque la puerta está abierta para los salvapatrias y ya sabemos a qué se dedican cuando cruzan el umbral.

Juan Santiago