pachi vazquezEl Partido dos Socialistas de Galicia  está decidido a poner en manos de sus militantes la adopción de una decisión clave para su futuro como es la elección de su próximo Secretario General. El actual, Pachi Vázquez ha mostrado su determinación por hacer realidad lo que, en sus propias palabras, desea el 95% de la militancia y en ese camino le acompañan otros dirigentes señalados como el Presidente de la Diputación de Lugo y ya anunciado como candidato, José Ramón Gómez Besteiro, o el ex ministro de Justicia  y secretario provincial del partido en A Coruña, Francisco Caamaño.

Las razones son claras: para Caamaño, “la única autoridad para poder abordar tiempos difíciles en la izquierda de España y Europa la dan los militantes”, Besteiro considera importante que los militantes «voten en una urna y de forma secreta quién quieren que sea su secretario general» y, por su parte, Vázquez, es rotundo al afirmar que “hay dos palabras que van a ser claves en el futuro de la política: participación y transparencia. Y a la hora de elegir el secretario general eso se traduce en un militante, un voto. En urna y secreto”.

Si las razones expuestas no parece que puedan ser rebatidas con un mínimo de coherencia ¿a qué viene el empecinamiento de la dirección de Madrid en sostener el escudo de los estatutos para tratar de, cuando menos, retrasar el pronunciamiento de las bases gallegas?

¿Es que hemos perdido el norte o es que todo lo fiamos a razones “estratégicas”?

No podemos reducir esta cuestión a problemas de forma o de procedimiento porque está en juego la poca credibilidad que le queda al Partido Socialista.

Si los ciudadanos no perciben que la socialdemocracia opta de manera decidida e inmediata a llevar a cabo una apertura real a la sociedad, el desastre del proyecto que está ahora mismo anunciado, se acelerará de tal forma que ya no harán falta estrategias que aplicar, porque el siguiente paso será el definitivo hacia la irrelevancia.

Uno de los principales problemas con el que conviven los aparatos es el drama del tiempo. Creen las direcciones de los partidos que pueden y deben plantear sus posicionamientos en un espacio que abarca hasta el final de la legislatura, basándose, además, en el confortable colchón que ofrece la mayoría absoluta del Partido Popular. Pero no tienen en cuenta la excepcionalidad de los tiempos que se viven. No tienen en cuenta que vivimos momentos extraordinariamente volátiles en los que lo que ayer parecía cierto, hoy ya no lo es y mañana, lo más probable es que quién sabe.

Puede ser que todo se desarrolle en esta normalidad anormal que nos ofrece la actual situación y se llegue al límite de los cuatro años, pero, dado el actual clima de empobrecimiento de la sociedad y del agotamiento ciudadano, nada es descartable.

Todos los escenarios están abiertos y, en el mejor de los casos, aunque se agote la legislatura sin más sobresaltos que los que nos trae el BOE los sábados, el Partido Socialista, a este ritmo de crucero, llegará como el capitán Scott al Polo Sur, con lo justo para darse cuenta de que otro llegó antes y morir en el camino de vuelta.

El tiempo de las ideas, los programas, las decisiones y las elecciones no puede esperar más. Hasta tal punto esto es así que creo que en el momento actual es mejor pecar de osadía que morir de prudencia.

En Galicia parecen haberse dado cuenta y es necesario que se les respete.

Juan Santiago