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Sí. Alguien se está equivocando en el proceso de elección del que ha de ser nuevo Secretario General de los socialistas españoles.

Precisamente, por eso, porque de lo que se trata es de elegir a quien, al frente de una nueva Comisión Ejecutiva Federal, ha de dirigir al PSOE durante los próximos años y no a quien, tras un proceso de primarias abiertas, será candidato/a a la Presidencia del Gobierno encabezando la candidatura socialista.

El matiz tiene importancia sobre todo cuando asistimos a apelaciones a los candidatos para que se pronuncien sobre lo divino y lo humano y cuando se da la sensación de que la línea ideológica del partido depende exclusivamente de quién sea la persona que acceda a la Secretaría General, en lugar de depender del resultado del debate interno de la totalidad de la organización.

Leía el otro día un artículo de Juan Carlos Rodríguez Ibarra en El Confidencial y, discrepando profundamente de su especial aversión a las primarias y a las elecciones directas, coincidía con él en algo fundamental como es que quien aspira a ser Secretario General, lo que debe hacer, básicamente, es explicar a los militantes cuál es el modelo de partido que propugna y cuál ha de ser la conformación de la dirección que encabezará.

En este sentido, es sorprendente que dirigentes territoriales insten a los candidatos a pronunciamientos ideológicos propios del debate congresual y a evitar la confrontación como si ésta no formara parte del propio proceso democrático que se ha puesto en marcha.

No se sabe muy bien en base a qué valor supremo de la supuesta unidad debe sacrificarse el imprescindible conflicto y su resolución mediante el debate honesto y transparente.

Los militantes esperan un debate en profundidad acerca del modelo que cada candidato pretende

Es verdad que no estoy totalmente de acuerdo con Rodríguez Ibarra en que los candidatos deban limitar sus exposiciones públicas a las cuestiones organizativas. Es bueno que los militantes conozcan sus matices ante los posicionamientos ideológicos fundamentales y ante los problemas reales que hoy están planteados, pero también es verdad que no se puede convertir este proceso, que tanto ha costado conseguir, en una teletienda en la que mediante apoyos mediáticos o de otro tipo, confesables o inconfesables, se pongan a la venta supuestas dosis de carisma a raudales, sonrisas cautivadoras o posiciones políticas que dependen del lugar donde se expongan.

Estoy seguro de que los militantes socialistas lo que están esperando de sus candidatos no es que se dediquen a ver quién la tiene más larga (la lista de avales) o a descifrar quién es el favorito de mamá. También estoy seguro de que se ponen en posición de prevengan cuando escuchan los cacareos aduladores de los medios más profundamente reaccionarios.

Lo que los militantes socialistas están esperando es que sus candidatos debatan en profundidad, con beligerancia, honestidad, publicidad y transparencia sobre qué modelo ha de asumir una organización que está en este momento con respiración asistida y cuál es el proceso que ellos propugnan para conseguir sacarla del coma y ponerla de verdad al servicio de una sociedad apaleada.

De eso se trata en esta elección. Si alguien busca en ella otra cosa, como un trampolín a la fama, sin duda se está equivocando. Como se están equivocando los que confunden unidad con falta de debate.

Juan Santiago