Ni la violencia machista es cualquier tipo de violencia ni es admisible la equidistancia ante un fenómeno masivo de muerte y tortura de mujeres por el solo hecho de serlo.

violencia machista o todo tipo de violencia

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Es éste un país en el que la indignidad se ha convertido casi en el santo y seña del comportamiento de aquel conglomerado al que antiguamente llamábamos “poderes fácticos”. Los ejemplos recientes son tan abrumadores que no merece la pena pararse a hacer un listado que siempre se nos quedaría corto.

Curiosamente, todos esos colectivos indignos suelen estar cargados de personas intolerantes y excluyentes, convencidos de que la razón y la inocencia les asisten por derecho propio, por sentido común o por la gracia divina.

Menos mal que frente a todos esos desalmados, una buena parte de eso que conocemos por sociedad civil, generalmente gente humilde e integradora, es capaz de ofrecer, de vez en cuando, ejemplos de dignidad que, de alguna manera, nos reconcilian con nosotros mismos.

Uno de esos ejemplos ha acampado en la Puerta del Sol. Un espacio que viene a ser como el ombligo de la capital. Una plaza que es, desde siempre, punto de encuentro. Un ámbito popular que es capaz de dar visibilidad a quien no la tiene.

Allí han estado en huelga de hambre, un puñado de mujeres que montó un campamento exento de glamour pero rebosante de dignidad.

Porque pocas cosas puede haber más dignas que negarte a usar la boca para comer porque sólo quieres emplearla en hablar. Porque sólo quieres utilizarla para decir que las mujeres se quieren a sí mismas vivas y libres de violencia.

Libres de una violencia muy específica, muy concreta y que no se puede tratar desde la equidistancia o desde la confusión con otro tipo de violencias.

La coartada equidistante

Asistíamos el otro día, en un pleno municipal, a ese discurso un tanto rancio que algunos creíamos superado, en el que una concejala del Partido Popular se negaba a apoyar una moción porque no estaba de acuerdo con que se hablara de violencia machista o violencia de género argumentando que su grupo estaba en contra de toda violencia. Como si no hubiera distintos tipos o grados de violencia y no fuera posible distinguir entre unos y otros.

Todo tipo de violencia… salvo alguna cosa

El hecho es que no estoy tan seguro de esa condena genérica del uso de la violencia de la que hablaba la concejala. Por ejemplo, yo no me imagino al ex ministro Fernández Díaz – y posiblemente a esa misma concejala – condenando con firmeza la violencia represora ejercida al amparo de la Ley Mordaza o al premiado ex director general de la Guardia Civil, señor Fernández de Mesa, condenando la violencia ejercida contra los inmigrantes que se ahogaban en la playa del Tarajal.

Pero eso sí, nos podemos poner estupendos y pillárnosla con papel de fumar cuando lo que se trata es de condenar, de una manera específica y más que justificada, el hecho de que, día tras día, se mate o se torture a las mujeres sólo por serlo.

Puedo incluso creer en la buena fe de quien hace ese discurso, pero en esto no se puede ser equidistante ni se pueden tolerar intervenciones que pretenden, en definitiva, confundir y banalizar. Y mucho menos a representantes públicos y en actos oficiales. Ni se pueden consentir ni se pueden disculpar.

Se suceden precisamente estos días las conmemoraciones del 8 de marzo y van a tener lugar muchos actos políticamente correctos. Pues bien, en ellos, seguro que se dejarán ver todas y todos los que mantienen esos discursos equidistantes. ¡Faltaría más!

Eso sí, el año que viene, cuando se vuelva a plantear la condena de la violencia que ejercen aquellos que matan o torturan a las mujeres o a sus hijos, nos volveremos a tentar la ropa para que quede claro que nosotros «sólo» estamos en contra de cualquier tipo de violencia.

Por eso digo que la dignidad a algunos les queda un poco lejos. Concretamente, en la Puerta del Sol.

Juan Santiago