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Sánchez toma la iniciativa y eso es una buena noticia, El problema está en  bordar un acuerdo sobre un tejido tan delicado

Pues sí, Sánchez tiene razón.

La verdad es que no esperaba oírmelo decir, pero tras escucharlo el lunes en la entrevista con Pepa Bueno tengo que reconocer que Pedro Sánchez parece haber encontrado un tono y un camino que son, a mi juicio, los correctos en este delicado momento.

Hay para mí dos puntos clave en esa entrevista que podrían reflejar ese avanzar en la dirección adecuada.

Uno, la identificación del Partido Popular, en general, y de Mariano Rajoy, en particular, como responsables del enconamiento del problema catalán encauzándolo hacia un callejón sin salida por razones únicamente tácticas y partidistas. Acierta plenamente Pedro Sánchez al poner de manifiesto la interesada incongruencia que supone pedir un gobierno estable y fuerte para enfrentar la cuestión catalana después de cuatro años de mayoría absoluta practicando el rodillo de manera inmisericorde para conseguir llegar al momento en el que estamos. Mayor estabilidad y mayor fortaleza que esa sólo nos conduciría al horizonte del partido único que, tal vez, es lo que esté añorando Don Mariano.

El otro punto clave es configurar la reforma constitucional como eje esencial para la resolución de este damero maldito.

Si hay una piedra angular, esa es una reescritura del texto constitucional

Si hay una piedra angular, una clave de bóveda que permita articular una solución a la mayor parte de los problemas que nos aquejan, esa es una reescritura del texto constitucional de forma que, tanto la cuestión territorial, como los derechos individuales puedan encontrar vías de tratamiento adecuado.

El problema territorial de España no se puede abordar con unas mínimas expectativas de éxito si no es mediante el reconocimiento de la pluralidad a través de un sistema federal que se ha demostrado en todo el mundo como eficiente y estable. Todos estos patriotas de cartón, tanto a la derecha como a la izquierda, a los que se les llena la boca de arengas a una presunta unidad, deberían empezar a tener claro que España será federal o no será.

Y en cuanto a los derechos individuales, pocas cosas parecen estar más claras que la necesidad que tienen unos ciudadanos, exhaustos por las desigualdades y por el implacable saqueo a que han sido sometidos, de que reciban protección constitucional unos derechos básicos que están en el punto de mira de esas élites que, como en el caso del artículo 135, no dudan en asegurarse los suyos.

Pero hay un tercer ángulo que no se puede dejar a un lado y que, al final, es la madre del cordero. ¿Con quién?

Desde un principio, desde la misma noche electoral, he estado convencido de que la situación abocaba de manera casi irremediable a unas nuevas elecciones, pero es cierto que hay posibilidades de que Sánchez pueda encabezar un gobierno que descabalgue a un Partido Popular que está pidiendo a gritos un descanso para purgar. El problema está en que el tejido es tan delicado que para tejer en él hacen falta muy buenas manos. Un programa de justicia social, de reconocimiento de la pluralidad, la constitución de una ponencia constitucional y pensar en un horizonte más corto que los cuatro años podrían formar un marco sobre el que sumar voluntades.

Las preguntas son: ¿Seguirá Sánchez por esa senda, resistiéndose a las presiones y al suicidio político que supondría el acercamiento a la derecha o tendrá capacidad para recomponer esa primera confrontación que deja la mesa del Congreso? ¿Se lo permitirán algunos de los suyos?

Juan Santiago