Etiquetas

, ,

Comparte

La ponencia que el PSOE debatirá de cara al Congreso deja fuera de él el modelo de partido que se propone construir y lo deja para una extraña conferencia.

primera decepcion ponencia psoe

 Puedes escuchar el contenido de este artículo a través del player 

Hace dos meses dije en PSOE: La necesidad de unos nuevos estatutos que el Partido Socialista, antes incluso que una ponencia política o económica, necesitaba una ponencia de estatutos, casi constituyente, que construyera el marco orgánico que ha de ser el soporte de toda la acción política del futuro.

Pues bien, alumbrada la ponencia marco para el 39º Congreso, la primera decepción llega cuando uno comprueba que, de las 165 páginas del documento, sólo las últimas nueve se dedican a lo que se llama ponencia orgánica.

No siendo esto gran cosa, la verdad es que nueve páginas bien aprovechadas permitían establecer un esquema lo suficientemente preciso como para hablar de la estructura y el modelo de partido que los miembros de la ponencia proponían al conjunto de la militancia. Así, ésta podría hacer sus aportaciones tanto en la discusión de las agrupaciones como posteriormente en el proceso que se cerraría con unos nuevos estatutos en el Congreso Federal.

Se podría haber hecho perfectamente, pero por las razones que sean, se ha optado por llenar esas nueve páginas con un buen número de generalidades y lugares comunes llenos de expresiones del tipo “es necesario plantearse”, “el partido debería”, “tenemos que abordar” y otras por el estilo que, de pura inconcreción, son realmente inatacables.

Pero el problema fundamental surge, precisamente, en el último párrafo del documento. En las últimas líneas de las 165 páginas.

Una extraña solución

Allí, la ponencia propone que no sea el Congreso Federal el que establezca el contenido concreto de los estatutos, sino que éstos queden para un momento posterior en una llamada Conferencia de Organización que nadie sabe muy bien qué es, dónde está regulada y cuál va a ser el criterio para seleccionar a quienes concurran a ella. Por supuesto, tampoco conocemos los documentos que allí se discutirán.

La sensación que se desprende, tanto de la extraña solución adoptada como del lugar en el que ha quedado la propuesta – justo al final – es que estamos ante el típico fleco que queda colgando sin acuerdo y al que hay que darle salida como sea porque el tiempo se acaba. El problema es que el parto ha costado seis meses y, ahora, en la base, cuando los militantes tengan que pronunciarse sobre el modelo de partido que quieren, no van a tener un documento real sobre el que debatir y serán determinadas instancias las que, organizadas en Conferencia Extraordinaria, interpretarán los criterios que salgan del Congreso Federal para crear el nuevo modelo.

O algo así, porque nadie ha tenido a bien explicar la extraña solución.

El poder y los estatutos

Hay que tener en cuenta que los mensajes de pura retórica, esas pequeñas perlas que siempre se incluyen dentro de la corrección política, del tipo de “tenemos que dejar de mirarnos el ombligo”, “lo primero es pensar en los ciudadanos” “la unidad es lo más importante” están muy bien y son verdades inmutables, pero no servirán de nada si detrás no hay una estructura asumida por todos que empuje en la dirección que apuntan la historia y los principios.

Al final, el poder se fija por estatutos. No es lo mismo un partido construido de arriba abajo que otro construido de abajo a arriba, ni es lo mismo que los congresos se organicen de una manera que de otra, ni que los delegados se elijan por unos métodos que por otros.

Ya sé que hablar de todo esto es muy enojoso y muy poco lucido pero los que tienen alma de fontanero político saben muy bien dónde están las claves.

Por eso, yo creo que no se debe hurtar el debate claro y por eso, aunque sólo sea por eso, hay que poner todas las cartas sobre la mesa y no hacernos trampas en el solitario.

Juan Santiago