La situación de las Alas de Asturias y de sus habitantes no es producto de que «no se pongan las pilas» sino de un diseño territorial desequilibrado y de la falta de recursos para corregirlo.

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alas de asturias

Fuente: REGIOlab

Hará cosa de un mes, me refería en este mismo espacio al efecto que, a mi juicio, tendrá sobre las Alas de Asturias y más concretamente sobre el Occidente, la creación de una gran área metropolitana en el centro de la región.

Sostenía entonces y sigo sosteniendo ahora que, a la vista de los datos demográficos y de crecimiento económico, ese efecto no puede ser otro que un aumento de los desequilibrios que puede acelerar los procesos de despoblamiento que son nuestro principal y más acuciante problema.

No criticaba en ese momento, ni lo hago ahora, la creación en sí misma de esa área metropolitana que supondrá, sin duda, beneficios para esa parte del territorio y, muy probablemente, para los concejos más rurales de la misma. Lo que cuestionaba y cuestiono es la postergación y el abandono que se trasluce de la falta de un plan global de nuevo diseño territorial que trate de reequilibrar lo que es el camino al desastre al que ahora y aparentemente en el futuro nos vemos abocados.

Pero traigo otra vez el asunto a colación porque he tenido ocasión de escuchar a algún mandatario local defender y casi hacer apología de la famosa área metropolitana central por medio de argumentos prefabricados y al dictado que ponen de manifiesto lo que todos sabemos: que será beneficiosa para la zona centro.

La cosa no pasaría de algo tan común como hacerse eco de un argumentario oficial si no fuera porque la segunda parte de la intervención, la que, por fuerza, tiene que hablar del futuro de esta tierra, se circunscribe a un puñado de lugares comunes que, al final, dan a entender que la solución del problema depende del esfuerzo y voluntad de los propios habitantes que, por cierto, han votado a dicho mandatario. Vamos, que la culpa es nuestra porque no ponemos toda la carne en el asador.

Lo primero que habrá que decir es que los argumentarios están muy bien, son cómodos cuando se entienden y su uso tiene, además, un efecto beneficioso en la prolongación de las carreras políticas.

además de las consignas, es imprescindible mantener un respeto a los ciudadanos a los que se representa

Pero, además de las consignas, es imprescindible mantener un respeto a los ciudadanos a los que se representa.

Que Asturias sea una región territorialmente desequilibrada no depende de que los habitantes de las Alas o del Occidente remen todos juntos en una u otra dirección. Depende del diseño de unas políticas que se hace en despachos alejados de esos remos.

El problema de que las estructuras productivas se sitúen en esa área metropolitana y que la falta de empleo en esta parte del territorio se esté llevando por delante a las generaciones que deberían sostener nuestro futuro no es por culpa de que nuestros vecinos no sean emprendedores o no sean capaces de trabajar juntos, mancomunarse o aunar esfuerzos.

Que las entidades supramunicipales no puedan funcionar y prestar servicios no sucede por culpa de que no sepamos utilizar nuestros buques-insignia sino porque los recursos necesarios no quedan aquí y se emplean en otros menesteres, legítimos, por supuesto.

Flaco favor hacemos a nuestros ciudadanos si nos dedicamos a tirar de argumentario oficial y basamos nuestro razonamiento en lugares comunes, frases hechas o consignas voluntaristas.

Los ciudadanos votan a los políticos para que los representen. Para que los representen a ellos. Y aquí los ciudadanos tienen un problema que es la supervivencia de su tierra, de sus pueblos y de su modo de vida.

Y, desde luego, que esa supervivencia esté en peligro no es culpa suya.

Juan Santiago