Los movimientos de los distintos sectores del Partido Socialista de cara al próximo período congresual y de primarias anuncian una salida en falso de la crisis.

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casa socialista empieza por tejado

Con el anuncio de su candidatura a la Secretaría General socialista, Patxi López ha puesto en marcha el reloj de un proceso congresual y de primarias que, a mi juicio, va a suponer la salida en falso de una crisis que parece ahondarse por momentos. Y les puedo asegurar que nada me gustaría más que equivocarme.

Me explico: no es un problema de cualidades del candidato o los candidatos que, finalmente, decidan concurrir a las primarias. Al menos, no es sólo eso.

El problema reside en que, ante unas circunstancias absolutamente extraordinarias – no sólo desde el punto de vista interno sino también de las circunstancias políticas externas – la respuesta que lleva meses preparándose en los distintos bandos enfrentados se basa en los mismos tics y comportamientos que nos han traído hasta aquí.

En definitiva, que el problema está en que, hasta hoy, nadie ha creído, de verdad, en la necesidad de dar la voz a la militancia, a pesar de que a unos y a otros se les ha llenado la boca con la sacrosanta palabra.

Dar la voz a la militancia no consiste en repetir una y otra vez que el contrario no escucha a los militantes ni en darse cuenta, justo en este momento, de que existe un grupo de gente a la que, precisamente ahora, se le pide que reafirme y apoye unas determinadas posiciones.

Dar la voz a la militancia consiste en abrir un proceso ordenado de debate que empiece en las agrupaciones de base

No. Dar la voz a la militancia consiste en abrir un proceso ordenado de debate que empiece en las agrupaciones de base y en el que todo el mundo, sin apriorismos ni condicionantes, pueda quedar reflejado. Un proceso del que surja la auténtica correlación de fuerzas y el verdadero proyecto.

Dar la voz a la militancia no consiste en comités federales de bronca y endogamia, ni en asambleas dirigidas, ni en resurrecciones milagrosas de oposiciones exigentes. Consiste en establecer los mecanismos y herramientas necesarios para que sean las bases las que protagonicen el recorrido de vuelta.

Hace unas semanas, en Taramundi, le recordaba públicamente a Eduardo Madina su propuesta en las anteriores primarias de cambiar el orden de los congresos para hacerlos de abajo a arriba en lugar de cómo se hace ahora, del federal al local. Recordó aquella propuesta y comprometió su apoyo a una iniciativa en ese sentido.

Le tomamos la palabra.

Y se la tomamos porque son ese tipo de aparentes tecnicismos los que, al final, producen efectos reales.

Nada tiene que ver que los congresos empiecen en el federal para pasar después a los distintos escalones territoriales y acabar en los locales – cuando ya está todo el pescado vendido y los aparatos perfectamente organizados – con que empiecen en las agrupaciones y vayan incorporando de abajo a arriba propuestas y dirigentes hasta llegar a la definición completa del proyecto en un congreso federal que, sin duda, va a ser más rico y más abierto. Nada que ver. Eso sí, mucho más complejo para quien no quiere sorpresas.

Ese tipo de actitudes es, creo yo, lo que marca el camino de una salida a la crisis con posibilidades de futuro y que no se quede en más de lo mismo. Que no se quede en las apelaciones retóricas a la cultura de partido que estigmatizan posiciones diversas y que, queramos engañarnos o no, han supuesto una sangría de más de cinco millones de votos que se han ido, nos guste o no nos guste, por el ala izquierda. No habrá que podemizar el PSOE, pero al menos habrá que escuchar y dejar a un lado la soberbia.

Por supuesto que las batallas hay que darlas democráticamente y desde dentro, pero no nos hagamos trampas en el solitario, no es un problema de analgésicos. Las casas no se empiezan por el tejado, sino por la base. Y la base, para que sea firme y aguante el edificio otros ciento cuarenta años, ha de ser, precisamente, dura y compacta. Áspera, pero sólida.

Juan Santiago